Horarios de Salat Buenos Aires

(Artículos) Feliz Navidad Muhammad


Hay ciertas cuestiones superficiales y simbólicas que son incompatibles con el Islam pero otras no. Entre las superficiales están el juego (Lotería), el cerdo o el alcohol (los brindis con champán).



Por estas fechas entre los internautas musulmanes se suscita un debate recurrente sobre la conveniencia o no de celebrar las Navidades con la familia, sobre todo entre aquellos que han abrazado el Islam en su madurez o los que participan de matrimonios mixtos con mujeres cristianas. Las posiciones aquí, como en cualquier otra ocasión donde los valores y las culturas se ven obligados a convivir, son variopintas y no hay una respuesta definitiva y vinculante.

Hay ciertas cuestiones superficiales y simbólicas que son incompatibles con el Islam pero otras no. Entre las superficiales están el juego (Lotería de Navidad), el cerdo (la txistorra de Santo Tomás) o el alcohol (los brindis con champán).

En lo simbólico ya tendríamos que ponernos muy transcendentes para cuestionar aspectos como la divinidad de Jesús, la paz sea con él, y la idoneidad de celebrar su nacimiento, máxime cuando sabemos que es una fecha heredada de la festividad pagana del solsticio de invierno. Si el Mawlid o celebración del nacimiento del Profeta del Islam, la paz y las bendiciones de Allah sean con él, es puesta en entredicho por los sectores islámicos más rigoristas tachándola de “idolátrica”, ni que decir tiene que la celebración de las Navidades por un musulmán serían consideradas por ellos como “apostasía”.

Más allá de estas aburridas consideraciones teológicas, lo que realmente nos debe interesar es cómo interactúan ambas comunidades en ocasión de unas celebraciones tan entrañables como las Navidades y los dos Eid musulmanes (la fiesta del Sacrificio –Eid al Adha- y la que pone fin al ayuno de Ramadán –Eid al Fitr-).

Para empezar conviene recordar a ambas comunidades que lo que se celebra en Navidades sucedió en Palestina, hace unos 2.000 años, y que sus protagonistas no eran blancos, europeos, cristianos e imperialistas, sino semitas que hablaban arameo profesaban el monoteísmo de Abraham y Moisés y vivían en Oriente Medio. Es decir, que tenían mucho más que ver con un palestino actual que con un Olentzero de Oyartzun o con Papá Noel.

Palestina entonces también era una tierra ocupada por un imperio pagano que reprimía con fuerza cualquier amenaza a sus intereses hegemónicos en la zona. La religión también era manipulada por los movimientos independentistas. Demasiadas coincidencias con la actualidad.

Quizás las Navidades pudieran ser un lugar de encuentro entre cristianos y musulmanes para reflexionar sobre Palestina. Y hacerlo es, en definitiva, reflexionar sobre la humanidad, ya que en 2.000 años no hemos sido capaces de plasmar esos deseos de paz y buena voluntad en el mismo escenario donde Jesús vino al mundo y donde sufrió persecución, destierro y tormentos.

Otro lugar común para ambas comunidades es la familia. Por encima de diferencias de credo o de militancia política, estas fiestas, al igual que sucede en las celebraciones musulmanas, son una ocasión para reunirnos con familiares, amigos, vecinos y colegas de trabajo. Eso tiene las bendiciones de ambas religiones. Por lo que ante a la oportunidad de compartir, establecer lazos, cooperar y desenredar nudos para la convivencia; el fundamentalismo segregacionista miope es contrario a ambas tradiciones, cristiana y musulmana.

Así que si un musulmán preguntara si es lícito o no que él y sus hijos celebren la navidad con sus familiares cristianos, habría que añadir: no sólo es lícito sino muy recomendable y además, debería esforzarse usted también en invitarles a celebrar los dos Eid. Es precisamente en las celebraciones, cuando olvidamos el amargor de la vida y nos deleitamos es sus dulzuras, cuando más predispuestos estamos a perdonar ofensas, a ser generosos y a acortar las distancias de nuestras diferencias.

Y no se preocupe usted tanto del cerdo y del alcohol; lleve a la celebración algo de embutido halal, o mejor aún una buena merluza, té y unos deliciosos turrones, que al fin y al cabo, ese postre lo inventaron los musulmanes.

Fuente: www.webislam.com

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