Horarios de Salat Buenos Aires

LOS MILAGROS DEL CORÁN

Verdaderamente él (el Corán) es una revelación que hizo descender el Señor de los mundos.


(Corán 26:192)
Milagros Históricos del Corán
La palabra "Haman" en el Corán
La información que da el Corán sobre el antiguo Egipto revela muchos hechos históricos que habían permanecido ignorados hasta épocas recientes. Esto nos indica que cada palabra en el Corán ha sido revelada con una sabiduría precisa.
Haman es un personaje al que se menciona en el Corán junto al faraón. Su nombre aparece en seis lugares diferentes del Corán designando a uno de los hombres más cercanos al faraón.

El nombre “Haman” era desconocido hasta que se decodificaron los jeroglíficos egipcios en el siglo XIX. Cuando los jeroglíficos fueron traducidos se supo que Haman era un funcionario muy cercano al Faraón, y que era “el jefe de los trabajadores de las canteras de piedra”

 Lo realmente notable es que Haman es mencionada en el Corán como la persona que dirigía los trabajos de construcción bajo las órdenes del Faraón. Esto significa que el Corán proporcionó información que nadie podía conocer en esa época.
Es sorprendente que su nombre jamás sea mencionado en aquellas secciones de la Torá vinculadas a la vida de Moisés. Sin embargo puede encontrarse una referencia a Haman en los últimos capítulos del Antiguo Testamento, en este caso como un auxiliar del rey de Babilonia que sometió a duras crueldades a los israelitas aproximadamente 1100 años después de Moisés.

Algunos no musulmanes, que sostienen que el Profeta Muhammad (BP) escribió el Corán copiándolo de la Torá y la Biblia; aseguran también que durante ese proceso él transfirió incorrectamente al Corán algunos de los personajes mencionados en esos libros.
Lo absurdo de estas posturas quedó demostrado solamente después que se descifrara el alfabeto jeroglífico egipcio, hace unos 200 años, y se descubriera el nombre "Haman" en escritos antiguos.
Hasta el siglo XVIII los escritos e inscripciones del antiguo Egipcio no podían entenderse. Están escritos con el alfabeto jeroglífico, que la cultura egipcia abandonó hacia los siglos 2 y 3 d.C. junto con sus antiguas creencias cuando comenzó la expansión del cristianismo. El último ejemplo conocido del uso de la escritura jeroglífica es el de una inscripción datada en el 394 d.C. Ese lenguaje en consecuencia fue olvidado no quedando nadie que pudiera leerlo y entenderlo. Y esta situación se mantuvo hasta hace unos 200 años atrás...
El misterio de los jeroglíficos del antiguo Egipto fue resuelto en 1799 con el descubrimiento de una lápida de basalto negro con inscripciones llamada "Piedra de Rosetta" datada en el año 196 a.C. La importancia de esta inscripción radica en que está escrita en tres diferentes alfabetos: jeroglífico, demótico (una forma simplificada de la escritura hierática del antiguo Egipto) y griego. Con la ayuda de la versión en griego fue posible decodificar las diferentes formas de escritura del antiguo Egipto. La traducción de la inscripción fue completada por un francés llamado Jean-Françoise Champollion. De esta forma una escritura olvidada y los eventos relatados en la inscripción volvieron a ver la luz. De esta forma se pudo acceder a mucho conocimiento sobre la civilización, la religión y la vida social del antiguo Egipto.
A través de la decodificación de los jeroglíficos se revelaron muchos datos: el nombre "Haman" estaba por cierto mencionado en inscripciones egipcias. Se hace referencia al nombre en un monumento que se encuentra en el Museo Hof en Viena (22).
En el "Diccionario de la Gente del Imperio Nuevo", que fue preparado a partir de la colección completa de inscripciones disponibles, se menciona a Haman como el "jefe de los trabajadores de las canteras de piedra" (23).
Esto saca a la luz una verdad muy importante. A pesar de las falsas aseveraciones de los adversarios del Corán, Haman fue una persona que vivió en Egipto en época de Moisés, que estaba muy cerca del Faraón, y estaba involucrado en las tareas de construcción, exactamente como se indica en el Corán.
Más aún, el versículo coránico que describe la escena en la cual el Faraón le pide a Haman que construya una torre concuerda perfectamente con estos hallazgos arqueológicos:
"Faraón dijo: '¡Consejo de nobles! No sé que tengáis otro dios que yo, así pues Haman cuece arcilla para mí y hazme una torre para que pueda subir hasta el dios de Moisés, pues realmente lo tengo por mentiroso'" (Corán 28:38).
En conclusión, la existencia del nombre "Haman" en los registros del antiguo Egipto no sólo volvió inútiles los alegatos fabricados por los adversarios del Corán, sino que confirmó una vez más que este Libro proviene de Dios. De una forma milagrosa el Corán nos comunica información histórica que nadie podía poseer ni comprender en la época del Profeta.

Títulos de los gobernantes egipcios en el Corán

En el Antiguo Testamento los gobernantes egipcios durante el período del Profeta Ibrahim (Abraham -P.-) y del Profeta Yusuf (José -P.-) son llamados "faraón". No obstante el título "faraón" comenzó a utilizarse mucho después de la época de ambos profetas.
Al referirse al gobernante egipcio en la época del Profeta Yusuf (P) en el Corán se utiliza la palabra árabe al-malik, que significa "gobernante", "rey", "sultán":
"El rey dijo: '¡Traédmelo!...'" (Corán Sura Yusuf, 12:50).
En cambio el gobernante de Egipto en la época de Moisés es designado como "faraón". Esta distinción que efectúa el Corán no la hacen ni el Antiguo ni el Nuevo Testamentos ni tampoco los historiadores judíos, que sólo utilizan la palabra "faraón".

En realidad el uso de la palabra faraón en el historia egipcia pertenece a un período tardío. El título de faraón comenzó a ser utilizado en el siglo 14 a.C., durante el reino de Amenhotep IV. El Profeta Yusuf vivió al menos 200 años antes de esa época.
La Enciclopedia Británica dice que la palabra faraón era un título de respeto que comenzó a ser utilizado a partir del Imperio Nuevo (comenzando con la 18ª dinastía, 1539-1292 a.C., hasta la 22ª dinastía, 945-730 a.C.), después se cambió a la palabra "rey", añadiendo que la palabra "faraón" no era utilizada con anterioridad al período mencionado. Mayor información sobre el tema se obtiene de la Enciclopedia de la Academia Americana que afirma que el título de faraón comenzó a ser usado durante el período del Imperio Nuevo.
Como vemos el uso de la palabra faraón se remonta a un período específico de la historia. Por esta razón, la correcta distinción que efectúa el Corán -que habla de "rey" para referirse al gobernante en la época del Profeta Yusuf y de "faraón" para designarlo en la época del Profeta Moisés- es otra prueba de que el Corán es verdaderamente la Palabra de Dios.


El Profeta Moisés y el ahogamiento de Faraón en el mar

Los reyes del antiguo Egipto, conocidos como faraones, se consideraban a sí mismos como dioses en el ámbito de la religión politeísta y supersticiosa que profesaban. En esa época, en que el pueblo de Egipto prefería la superstición a la verdad y en que los hijos de Israel se encontraban esclavizados, Dios envió al Profeta Musa (Moisés) como Su mensajero a los egipcios. Pero el pueblo egipcio en general, y el faraón y su corte en particular, rechazaron abandonar sus creencias idólatras cuando el Profeta Musa los invitó a la verdadera religión divina. Moisés señaló a faraón y sus cortesanos las cosas que debían evitar advirtiéndoles sobre la Ira de Dios. En respuesta a esto se rebelaron, acusaron al Profeta Musa de locura, hechicería y falsedad. El faraón y su pueblo rehusaron someterse, pese a las plagas que los azotaron, y se negaron a aceptar a un Dios Unico. Sostuvieron incluso que el Profeta Musa era el responsable por lo que se había abatido sobre ellos y buscaron exiliarlo de Egipto. Pero Dios salvó al Profeta Musa y a los creyentes que estaban con él e infligió un severo desastre al faraón y su pueblo. El Corán describe esta ayuda de Dios en los siguientes términos:
"E inspiramos a Musa: 'Golpea con tu vara en el mar', y se abrió y cada lado era como una enorme montaña. Y atrajimos allí a los otros, y salvamos a Musa y a todos los que estaban con él. Luego ahogamos a todos los demás. Verdaderamente en eso hay un signo. La mayoría de ellos no eran creyentes. Tu Señor en verdad es el Poderoso, el Misericordioso" (Corán Sura Ash-Shu'arâ [Los Poetas], 26:63-68).
El siguiente relato sobre este tema ha sido descubierto recientemente en un papiro de la época de Faraón:
"Del guardián del salón blanco del palacio, el encargado de los libros Amenamoni, al escriba Penterhor:
Cuando recibas esta carta y la leas puntualmente, tomando conciencia del desastre que herirá tu corazón y de las catástrofes que te sumirán en el escarnio, sometiendo a tu corazón a la mayor de las aflicciones como si fuera una hoja en medio de un huracán...
...el desastre, terribles dificultades lo atraparon. Dormir en las aguas hicieron del acusado alguien por el cual sentir piedad... Describe la muerte de los caudillos de las naciones y la caducidad de las canciones de los reyes. ¿Con qué noticias puedes comparar éstas que te he enviado?" (24).
Sin duda que es un importante milagro del Corán esta confirmación, por parte de la evidencia histórica contemporánea, de acontecimientos del pasado en él revelados.

El período de las calamidades y la necedad del faraón

El faraón y sus súbditos estaban tan obstinados en su idolatría que ni siquiera los milagros del Profeta Musa (P) los hicieron arrepentirse de sus doctrinas impías. Y lo que es peor aún, expresaban esto explícitamente:
"Dijeron: 'Sea cual fuera el signo que nos traigas para hechizarnos con él, no te creeremos'" (Corán 7:132).
Debido a su conducta Dios les infligió severas calamidades como "signos claros y distinguibles" (cfr. Corán 7:133) para que probaran también el tormento en este mundo. La primera de esas plagas fue la sequía que provocó una considerable caída de la producción agrícola. Este es el versículo del Corán que relata ese hecho:
"Y castigamos al pueblo de faraón con años de sequía y escasez de frutos. Quizás así prestaran atención" (Corán 7:130).
El sistema agrícola egipcio se apoyaba en el caudal del río Nilo y por ende no resultaba afectado por cambios en las condiciones naturales. No obstante, dado que Faraón y su círculo íntimo seguían con su actitud arrogante y soberbia hacia Dios, un desastre que les resultaba inesperado se abatió sobre ellos. Y pese a esto, en lugar de "prestar atención", el pueblo impío consideró estos desastres como una desgracia que Musa y los hijos de Israel habían atraído sobre ellos. Después de esto Dios les infligió una serie de calamidades que están descriptas en el Corán de esta forma:
"Enviamos contra ellos la inundación, las langostas, los piojos, las ranas y la sangre, como signos claros y distinguibles, pero se mostraron soberbios, era un pueblo pecador" (Corán 7:133).
El relato coránico de estas calamidades infligidas al pueblo de Egipto fue confirmado, en primer lugar, a principios del siglo XIX, por el descubrimiento de un papiro en Egipto datado en la época del Imperio Medio. Luego de descubierto este papiro fue llevado al Museo de Leiden en Holanda y traducido allí por A. H. Gardiner. El papiro refiere de desastres en Egipto tales como hambre y sequías y la huida de los esclavos. Se desprendía además que el redactor del papiro, Ipuwer, había sido testigo de esos acontecimientos.
La cadena de plagas que cayeron sobre el pueblo de Egipto coinciden casi al detalle con los desastres descriptos en el Corán, tales como el hambre y la pestilencia (25). Estos castigos de Dios son descriptos en estos términos en el papiro de Ipuwer:
"La plaga se extiende por el país. La sangre se ve por doquier (26).
Toda el agua del río se ha vuelto sangre (27).
En verdad que ha perecido lo que ayer podía verse. La comarca ha quedado arrasada como cuando se siega el lino (28).
El Bajo Egipto llora... El palacio no recibe sus réditos. A él le pertenecen (por derecho) trigo y cebada, gansos y peces (29).
Ciertamente el grano ha perecido en cada orilla (30).
La tierra, en toda su extensión hay confusión y un alboroto terrible... Durante nueve días no ha habido salida del palacio y nadie ha podido ver la cara de su compañero... Ciudades fueron destruidas por terribles mareas... El Alto Egipto ha sufrido la devastación... hay sangre por doquier... y pestilencia en todo el país... Nadie realmente navega hacia el norte a Biblos hoy. ¿Cómo haremos por el cedro para nuestra momias?... El oro está faltando... (31).
Los hombres se apartan estremecidos de tener que probar seres humanos, y hay sed pese al agua (32).
¡Esa es nuestra agua! ¡Esa es nuestra felicidad! ¿Qué haremos sobre eso? Todo está en ruinas (33).
Las ciudades están destruidas. El Alto Egipto se ha vuelto árido (34).
La residencia está a punto de derrumbarse" (35).
La información concordante entre el Corán y el papiro respecto de los castigos sufridos por el Faraón y su pueblo, de lo cual recién hemos sido informados en el siglo XX, revela una vez más que el Corán proviene de Dios.

Hallazgos arqueológicos de la ciudad de Iram

A comienzos de 1990 aparecieron titulares en importantes periódicos con frases como "Ha sido descubierta una legendaria ciudad árabe perdida", "Se ha encontrado la ciudad árabe de la leyenda", "Ubar, la Atlántida de las arenas". Lo que ha vuelto más sorprendente este hallazgo arqueológico es el hecho de que esta ciudad estaba también mencionada en el Corán. Muchas personas que pensaban que el pueblo de 'Ad mencionado en el Corán era una leyenda o que su localización jamás sería encontrada, no podían ocultar su asombro ante este descubrimiento. El hallazgo de esta ciudad, que sólo era recordada en las tradiciones orales de los beduinos, despertó gran interés y curiosidad.
Fue Nicholas Clapp, un arqueólogo aficionado, quien encontró esta legendaria ciudad mencionada en el Corán. Como amante de la civilización árabe y premiado director de documentales, Clapp se había topado con un libro muy interesante durante sus investigaciones en historia de los árabes. Ese libro era "Arabia Felix" escrito por el investigador inglés Bertram Thomas en 1932. "Arabia feliz" era el nombre que los romanos le daban al extremo sur de la Península Arabe que hoy incluye al Yemen y parte de Omán. Los griegos llamaban a esta región "Eudaimon Arabia" y los eruditos árabes del medioevo la denominaban "Al-Yaman As-Sa'ida" (36).
Todos estos nombres significan "Arabia afortunada" porque la gente que vivía en esa región en los tiempos antiguos era conocida como la gente más afortunada de su tiempo. Ahora bien, ¿cuál era la causa de esta designación?
Su buena fortuna se debía en parte a su estratégica ubicación, que les permitía oficiar como intermediarios en el comercio de las especias entre la India y el norte de la Península. Por otro lado el pueblo que vivía en esa región producía y distribuía incienso, una resina aromática proveniente de raros árboles. Muy apreciado por las antiguas comunidades, este producto era utilizado como sahumerio en varios ritos religiosos. En aquellos tiempos ese producto era casi tan valioso como el oro.
El investigador británico Thomas describía a esas "afortunadas" tribus in extenso, y afirmaba que había encontrado rastros de una antigua ciudad fundada por esos pueblos (37). Era la ciudad conocida como "Ubar" por los beduinos. En uno de los viajes que él hizo a la región, los beduinos que vivían en el desierto le habían mostrado unas sendas muy deterioradas afirmando que ellas conducían hacia la antigua ciudad de Ubar. Thomas, quien mostraba un gran interés en el tema, murió antes de poder completar su búsqueda.
Clapp, que examinó lo que había escrito el investigador inglés, estaba convencido de la existencia de la ciudad perdida descripta en el libro. Sin perder tiempo comenzó su búsqueda.
Clapp utilizó dos caminos para probar la existencia de Ubar. Primero, encontró las sendas que los beduinos decían que existían. Recurrió a la NASA para obtener imágenes satelitales del área. Después de una larga lucha, consiguió persuadir a las autoridades para que tomaran fotos de la región (38).

Clapp siguió con el estudio de antiguos manuscritos y mapas de la Biblioteca Huntington en California. Su objetivo era encontrar un mapa de la región. Después de una breve búsqueda encontró uno. Era un mapa trazado por el conocido geógrafo greco-egipcio Ptolomeo en el 200 d.C. En el mapa figuraba la ubicación de una antigua ciudad en la región y los caminos que conducían a ella.
Entretanto, recibió noticias de que la NASA había tomado las fotos solicitadas. En las fotos se distinguían algunos senderos de caravanas que era difícil identificar a ojo desnudo y que sólo podían apreciarse en su totalidad desde el cielo. Comparando estas fotos con el viejo mapa que tenía en sus manos, Clapp finalmente llegó al resultado que anhelaba: los senderos del mapa se correspondían con los que se veían en las fotos tomadas desde el satélite. El destino final de estos senderos era un amplio solar en donde se presumía que alguna vez hubo una ciudad.
Finalmente se había descubierto la ubicación de esa legendaria ciudad que se mencionaba en las tradiciones orales de los beduinos. En poco tiempo empezaron las excavaciones y comenzaron a emerger de las arenas los restos de una antigua ciudad. Por eso fue que esta ciudad perdida fue descripta como "Ubar, la Atlántida de las arenas".
Ahora bien, ¿qué fue lo que probó que esta urbe era la ciudad del pueblo de 'Ad mencionada en el Corán?
A partir del momento mismo en que comenzaron a desenterrarse las ruinas quedó claro que las mismas pertenecían al pueblo de 'Ad y eran los pilares de Iram mencionados en el Corán, porque entre las estructuras desenterradas se encontraron las torres allí mencionadas. Un miembro del equipo de investigadores que conducía la excavación, el Dr. Zarins, dijo que al ser las torres la característica distintiva de Ubar, y siendo que Iram es mencionada como poseyendo pilares o torres, esto constituye la prueba más contundente de que las ruinas descubiertas pertenecían a esa ciudad del pueblo de 'Ad descripta en el Corán. El Corán menciona a Iram como sigue:
"¿No has visto lo que hizo tu señor con (el pueblo de) 'Ad, de la ciudad de Iram, la de las columnas, como no se creó otra igual en todo el país?" (Corán 89:6-8).
Como puede verse, el hecho de que la información suministrada por el Corán sobre acontecimientos del pasado confirme los datos históricos recientemente obtenidos, es una evidencia más de que es la Palabra de Dios.

El pueblo de Saba y la inundación de Arim


La comunidad de Saba fue una de las mayores civilizaciones que poblaron el sur de Arabia. Las fuentes históricas suelen referir que, como la de los fenicios, era una cultura principalmente dedicada al comercio. De cualquier manera siempre se los ha considerado en los anales históricos como uno de los pueblos más civilizados y avanzados de su época. En las inscripciones de los gobernantes de Saba hay frecuentes referencias a términos tales como "restauración", "construcción", etc. La Represa de Ma'rib, uno de los más importantes monumentos de este pueblo, indica a las claras el nivel tecnológico que alcanzaron. El estado de Saba tenía uno de los ejércitos más poderosos de la región, y ello le permitió adoptar una política expansionista. Con su avanzada cultura, su nivel tecnológico, y su poderoso ejército el estado sabeo era una de las "superpotencias" de la región en esa época.
Este poderoso ejército de los sabeos está también descripto en el Corán. Una expresión de los comandantes del ejército de Saba, referido allí, muestra la confianza que esa fuerza armada tenía en sí misma. Los comandantes le manifestaron a su reina: "Dijeron: 'Poseemos la fuerza y una poderosa ofensiva, pero tú tienes el comando. ¡Mira pues qué vas a ordenar!'" (27:33).
La capital del estado sabeo era Ma'rib, una ciudad muy rica gracias a su privilegiada ubicación geográfica. La ciudad capital estaba cerca del río Adhanah. El punto en que el río alcanzaba Jabal Balaq era el más adecuado para construir un dique. Aprovechando esto los sabeos construyeron una represa en ese lugar en la época en que recién despuntaba su civilización, y ello les facilitó emprender tareas de irrigación artificial. Esto les permitió alcanzar una prosperidad increíble e hizo de su capital Ma'rib una de las ciudades más desarrolladas de la época. El escritor romano Plinio, que había visitado la región y la ensalza grandemente, menciona también el notable verdor de la comarca (39).
La represa de Ma'rib tenía una altura de 16 metros, 60 metros de ancho y 620 metros de longitud. Se calcula que el área total que permitía irrigar la represa era de 9600 hectáreas, de las cuales 5300 pertenecían a la llanura del sur, y lo restante a la del norte. a estas feraces planicies se las denomina en las inscripciones sabeas "Ma'rib y dos llanuras" (40). La expresión del Corán, "dos jardines, uno a la derecha y otro a la izquierda" (cfr. Corán 34:15), hace referencia a los imponentes vergeles y viñedos en ambos valles. Gracias a esa represa y sus sistemas de irrigación la región se hizo famosa como la mejor regada y fecunda del Yemen. El francés J. Holevy y el austríaco Glaser probaron, a partir de documentos escritos, que la represa de Ma'rib existía desde tiempos antiguos. Documentos redactados en el dialecto himer consignan que esa represa hizo muy productivo el territorio.
Cuando examinamos el Corán a la luz de los datos históricos que acabamos de suministrar observamos que existe allí una sustancial coincidencia. Tanto los hallazgos arqueológicos como los datos históricos verifican lo relatado en el Corán. Tal como se menciona en los versículos ese pueblo, que no escuchaba las exhortaciones de sus profetas y rechazaba la fe con ingratitud, fue finalmente castigado con una mortal inundación. Esta inundación es descripta en el Corán en los siguientes pasajes:
"Los de Saba tenían ya un signo en su territorio: dos jardines, uno a la derecha y otro a la izquierda. '¡Comed del sustento de vuestro Señor, y agradecedle! Tenéis un buen país y un Señor indulgente'. Pero se desviaron y enviamos contra ellos la inundación del dique [sayl al-'arim]. Y les cambiamos aquellos dos jardines por otros dos que producían frutos amargos, tamariscos y unos pocos azufaifos. Así les retribuimos por su ingratitud. No castigamos sino a los desagradecidos" (Corán 34:15-17).
El castigo enviado a los sabeos se denomina en el Corán "sayl al-'arim" que significa "la inundación de 'arim", y nos informa también de la forma en que se produjo ese desastre. La palabra 'arim significa dique o barrera. La expresión sayl al-'arim designa entonces una inundación que se produce por el colapso de esa barrera o represa.

Los comentadores islámicos resolvieron lo relativo a la época y el lugar guiados por los términos utilizados en el Corán acerca de la inundación de Arim. Mawdudi escribe en su comentario:
"Tal como se utiliza en la expresión 'sayl al-'arim', la palabra 'arim se deriva de árimen que era utilizada en el dialecto del Sur de Arabia y que significa 'represa', 'barrera'. En las ruinas desenterradas en las excavaciones realizadas en el Yemen se encontraron inscripciones en donde esta palabra se utilizaba a menudo con este significado. Por ejemplo en las inscripciones ordenadas por Ebrehe (Abraha), el monarca etíope del Yemen, después de la restauración de la gran muralla de Ma'rib en los años 542 y 543 d.C., la palabra es usada con el sentido de una barrera (dam) en el tiempo... Por lo tanto, la expresión sayl al-'arim significa 'una inundación producida por la destrucción de una represa'. 'Y les cambiamos aquellos dos jardines por otros dos que producían frutos amargos, tamariscos y unos pocos azufaifos' (Corán 34:16). Es decir, después del colapso de la represa, todo el país se inundó. Los canales que habían sido cavados por los sabeos y las murallas que habían sido construidas como barreras entre las montañas resultaron destruidos y el sistema de irrigación colapsó. Como consecuencia de ello toda la comarca, que antes era un vergel fecundo, se convirtió en una jungla, no quedando más frutos que los que producen algunos arbustos" (41).
El arqueólogo cristiano Werner Keller, autor del libro "La Biblia tenía razón" (Und Die Bible Hat Doch Recht), acepta que la inundación de Arim se produjo según la descripción del Corán, y escribe que la existencia de tal represa y la destrucción de todo el país por su colapso prueba que el ejemplo dado en el Corán acerca del pueblo de los jardines en verdad tuvo lugar (42).
Después del desastre de la inundación de Arim la región comenzó a convertirse en un desierto y el pueblo de Saba perdió su principal fuente de ingresos con la desaparición de sus tierras agrícolas. Recibieron así, finalmente, un terrible castigo por no agradecer a Dios y no haber respondido a su llamado a la fe.

Hallazgos arqueológicos sobre el pueblo de Zamud

De los pueblos antiguos mencionados en el Corán el de Zamud es aquel del cual poseemos mayor información actualmente. Los registros históricos dan cuenta de que verdaderamente existió un pueblo llamado Zamud.
Se piensa que la comunidad de Al-Hiyr (ashâb al-hiyr) mencionada en el Corán es el mismo pueblo de Zamud. Este último término designaría al pueblo y "Al-Hiyr" a una de las ciudades fundadas por el mismo. La descripciones del geógrafo romano Plinio coinciden con esto; él indica que Domatha y Hegra eran las localidades donde residían los zamudíes, y esta última sería la actual ciudad de Hiyr (43).
Las fuentes más antiguas que se conocen que se refieren a Zamud son los anales sobre las victorias del rey de Babilonia Sargón II (siglo VIII a.C.) quien derrotó a este pueblo en una campaña en el Norte de Arabia. Los griegos se referían a este pueblo como "Tamudaei". Antes de la aparición del Profeta Muhammad (BP), aproximadamente entre el 400 y el 600 d.C., desaparecieron totalmente.
En el Corán los pueblos de 'Ad y Zamud son mencionados juntos. Más aún, los versículos aconsejan a los zamudíes sacar una lección de la destrucción del pueblo de 'Ad. Esto muestra que el pueblo de Zamud tenía información detallada sobre el de 'Ad.
"Y recordad cuando os hizo sucesores después del pueblo de 'Ad y os estableció en la tierra. Edificasteis palacios en las llanuras y excavasteis casas en las montañas. Recordad pues los beneficios (que habéis recibido) de Dios, y absteneos del mal y la corrupción en la tierra" (Corán 7:74).

CITAS:
(22) Walter Wreszinski, Aegyptische Inschriften aus dem K.K. Hof Museum in Wien, J. C. Hinrichs' sche Buchhandlung, 1906.
(23) Hermann Ranke, Die Ägyptischen Personennamen, Verzeichnis der Namen, Verlag Von J. J. Augustin in Glückstadt, Band I, 1935, Band II, 1952.
(24) Museo Británico, papiro egipcio Nº 6.
(25) Rabbi Mordechai Becher, “The Ten Plagues Live from Egypt” (Las diez plagas de Egipto), https://www.ohr.org.il/special/pesach/ipuwer.htm .
(26) “The First Nine Plagues” (“Las primeras nueve plagas”), The Plagues of Egypt, Admonitions of Ipuwer (Las Plagas de Egipto, Advertencias de Ipuwer) 2:5-6; https://www.mystae.com/restricted/streams/thera/plagues.html .
(27) “The First Nine Plagues” (“Las primeras nueve plagas”), The Plagues of Egypt, Admonitions of Ipuwer (Las Plagas de Egipto, Advertencias de Ipuwer) 2:10; https://www.mystae.com/restricted/streams/thera/plagues.html .
(28) Admonitions of Ipuwer (Las advertencias de Ipuwer) 5:12; https://www.students.itu.edu.tr/~kusak/ipuwer.htm .
(29) Admonitions of Ipuwer (Las advertencias de Ipuwer) 10:3-6; https://www.students.itu.edu.tr/~kusak/ipuwer.htm .
(30) Admonitions of Ipuwer (Las advertencias de Ipuwer) 6:3; https://www.students.itu.edu.tr/~kusak/ipuwer.htm .
(31) Admonitions of Ipuwer (Las advertencias de Ipuwer); https://www.mystae.com/restricted/streams/thera/plagues.html .
(32) Admonitions of Ipuwer (Las advertencias de Ipuwer) 2:10; https://www.students.itu.edu.tr/~kusak/ipuwer.htm .
(33) Admonitions of Ipuwer (Las advertencias de Ipuwer) 3:10-13; https://www.students.itu.edu.tr/~kusak/ipuwer.htm .
(34) Admonitions of Ipuwer (Las advertencias de Ipuwer) 2:11; https://www.geocities.com/regkeith/linkipuwer.htm .
(35) Admonitions of Ipuwer (Las advertencias de Ipuwer) 7:4; https://www.geocities.com/regkeith/linkipuwer.htm .
(36) Kamal Salibi, A History of Arabia (Historia de Arabia), Caravan Books, 1980.
(37) Bertram Thomas, Arabia Felix: Across the “Empty Quarter” of Arabia (Arabia Felix: A través de la “región vacía” de Arabia), New York: Schrieber’s Sons 1932, p. 161.
(38) Charlene Crabb, “Frankincense”, Discover, January 1993.
(39) Hommel, Explorations in Bible Lands (Exploraciones en tierras bíblicas), Philadelphia: 1903, p. 739.
(40) “Marib”, Islam Ansiklopedisi: Islam Alemi, Tarihi, Cografya, Etnografya ve Bibliyografya Lugati (Encyclopedia of Islam: Islamic World, History, Geography, Ethnography, and Bibliography Dictionary [Enciclopedia del Islam: Diccionario del mundo islámico, historia, geografía, etnografía y bibliografía]), Vol. 7, ps. 323-339.
(41) Mawdudi, Tefhimul Kuran, Vol. 4, Istanbul: Insan Publications, p. 517.
(42) Werner Keller, Und die Bibel hat doch recht (The Bible as History; a Confirmation of the Book of Books [La Biblia como historia: una confirmación del Libro de libros]), New York: William Morrow, 1956, p. 207.
(43) “Hicr”, Islam Ansiklopedisi: Islam Alemi, Tarihi, Cografya, Etnografya ve Bibliyografya Lugati (Encyclopedia of Islam: Islamic World, History, Geography, Ethnography, and Bibliography Dictionary [Enciclopedia del Islam: Diccionario del mundo islámico, historia, geografía, etnografía y bibliografía]), Vol. 5/1, p. 475.

Fuente: https://www.organizacionislam.org.ar/

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